Hace muchos años, cuando yo solo tenía no sé cuántos, me resentí injustamente con mi amigo Elmo Eléctrico.
Y aunque no lo crean, esta revelación me vino hace solamente unos días, cuando, mientras manejaba, tuve que recordar a la fuerza las épocas escolares, reviviendo el incidente como una película, donde pude darme cuenta donde estuvo mi error para con mi amigo.
Elmo y yo nos encontrábamos en la calle, a la hora de salida del colegio, aún en primaria, dando vueltas por el vecindario, como quien disfruta del calorcito de las dos de la tarde, cuando en eso vimos algo que nos llamó poderosamente la atención: Un timbre.
Pero es que no era un timbre cualquiera, sino un intercomunicador, con una luz verde y unas rejillas por donde salía el sonido. Como nunca había visto uno de ésos hasta ese momento, mi curiosidad decidió tomar la palabra y, recogiendo una piedra, empecé a chancar la lucecita verde, como hacen los chimpancés para abrir los cocos.
Ahora claro, la pregunta es obvia: ¿Por qué carajos tenía que golpear el intercomunicador con una piedra?. La respuesta es: "No lo sé".
Tal vez aquel foquito me hipnotizó a tal punto que empecé a actuar como un autómata sin control, o simplemente se despertó el diablito que todos los niños tienen dentro, --y si es así, apenas me encuentre a mi Ángel de la Guarda le voy a romper el alma por no haberme protegido-- pero el hecho concreto es que agarré una piedra y comencé a golpear el intercomunicador como un poseso.
Luego de unos minutos volteo para ver a Elmo y éste se me acerca, con una piedra de catorce toneladas en los brazos, mientras me decía: "Hay que probar con una piedra más grande". Fué así que con la misma indiferencia con que se saca al gato del cuarto de la abuelita, me hice a un lado y Elmo procedió a desinstalar el intercomunicador a piedrazo limpio, pero la lucecita verde aún me tenía en trance y no dejaba de contemplarla absorto; cuando el sonido de la piedra contra el suelo me regresó a la realidad con la velocidad del estornudo; subí la mirada y Elmo se había evaporado de la escena y yo sentí que me tomaban por el cogote: era el dueño de la casa, y lo primero que me dijo fué "Te cagaste chibolo de mierda".
Bueno, el tipo no decidió capturarme sino que hizo algo más inteligente: me confiscó mi "Diario de Tareas y Comunicaciones" --que, como muchos sabrán, si han ido al colegio claro, es un cuadernito que diaramente deben firmar los padres-- y me devolvió a la calle como un perro. Todo este eventó demoró, más o menos, diecisiete siglos para mí, más aún cuando sabía que iba a quedar como una bacinica llena con mis padres --cosa que pasó, pues pagaron la reparación y me sonaron a correazos-- y me sentía decepcionado de mi amigo, que no me avisó a tiempo para poder escapar.
Pero me equivoqué.
Hace pocos días pasé por la misma casa, cuando regresaba de una comida donde celebrábamos el divorcio de no sé quién, y ahí estaba el timbre, con la misma lucecita verde que me hipnotizó en aquella época, sacándome nuevamente de la realidad, y casi me estrello contra un poste de luz. Fué ahí que me dí cuenta que la culpa de todo la había tenido esa maldita lucecita verde, así que saqué la pistola debajo del asiento y reventé el intercomunicador a tiros, mientras la gente corría despavorida. Al segundo salió el dueño de la casa...¡sí!... el mismo hombre de aquellos años, mucho más envejecido, que me miraba atónito, con un periódico en la mano.
Lo único que atiné a hacer fué "confiscarle" el periódico, y mandarme mudar sin más explicaciones, cerrando así por fin el círculo de aquella afrenta perdida en ese entonces.
Y aunque no lo crean, esta revelación me vino hace solamente unos días, cuando, mientras manejaba, tuve que recordar a la fuerza las épocas escolares, reviviendo el incidente como una película, donde pude darme cuenta donde estuvo mi error para con mi amigo.
Elmo y yo nos encontrábamos en la calle, a la hora de salida del colegio, aún en primaria, dando vueltas por el vecindario, como quien disfruta del calorcito de las dos de la tarde, cuando en eso vimos algo que nos llamó poderosamente la atención: Un timbre.
Pero es que no era un timbre cualquiera, sino un intercomunicador, con una luz verde y unas rejillas por donde salía el sonido. Como nunca había visto uno de ésos hasta ese momento, mi curiosidad decidió tomar la palabra y, recogiendo una piedra, empecé a chancar la lucecita verde, como hacen los chimpancés para abrir los cocos.
Ahora claro, la pregunta es obvia: ¿Por qué carajos tenía que golpear el intercomunicador con una piedra?. La respuesta es: "No lo sé".
Tal vez aquel foquito me hipnotizó a tal punto que empecé a actuar como un autómata sin control, o simplemente se despertó el diablito que todos los niños tienen dentro, --y si es así, apenas me encuentre a mi Ángel de la Guarda le voy a romper el alma por no haberme protegido-- pero el hecho concreto es que agarré una piedra y comencé a golpear el intercomunicador como un poseso.
Luego de unos minutos volteo para ver a Elmo y éste se me acerca, con una piedra de catorce toneladas en los brazos, mientras me decía: "Hay que probar con una piedra más grande". Fué así que con la misma indiferencia con que se saca al gato del cuarto de la abuelita, me hice a un lado y Elmo procedió a desinstalar el intercomunicador a piedrazo limpio, pero la lucecita verde aún me tenía en trance y no dejaba de contemplarla absorto; cuando el sonido de la piedra contra el suelo me regresó a la realidad con la velocidad del estornudo; subí la mirada y Elmo se había evaporado de la escena y yo sentí que me tomaban por el cogote: era el dueño de la casa, y lo primero que me dijo fué "Te cagaste chibolo de mierda".
Bueno, el tipo no decidió capturarme sino que hizo algo más inteligente: me confiscó mi "Diario de Tareas y Comunicaciones" --que, como muchos sabrán, si han ido al colegio claro, es un cuadernito que diaramente deben firmar los padres-- y me devolvió a la calle como un perro. Todo este eventó demoró, más o menos, diecisiete siglos para mí, más aún cuando sabía que iba a quedar como una bacinica llena con mis padres --cosa que pasó, pues pagaron la reparación y me sonaron a correazos-- y me sentía decepcionado de mi amigo, que no me avisó a tiempo para poder escapar.
Pero me equivoqué.
Hace pocos días pasé por la misma casa, cuando regresaba de una comida donde celebrábamos el divorcio de no sé quién, y ahí estaba el timbre, con la misma lucecita verde que me hipnotizó en aquella época, sacándome nuevamente de la realidad, y casi me estrello contra un poste de luz. Fué ahí que me dí cuenta que la culpa de todo la había tenido esa maldita lucecita verde, así que saqué la pistola debajo del asiento y reventé el intercomunicador a tiros, mientras la gente corría despavorida. Al segundo salió el dueño de la casa...¡sí!... el mismo hombre de aquellos años, mucho más envejecido, que me miraba atónito, con un periódico en la mano.
Lo único que atiné a hacer fué "confiscarle" el periódico, y mandarme mudar sin más explicaciones, cerrando así por fin el círculo de aquella afrenta perdida en ese entonces.
-"¡Oiga señor!...¿Por qué detiene el tráfico de esa manera, no vé que está en verde?... ¡Estaciónese a la derecha!..."
-"Conchassssumaaaaare...."
12 comentarios:
"EL LOCO LUCECICITAS VERDES"... Kill 'em Beavis ....uh,uh,uh...
Si pues, me quedé paralizado, ¡maldita sea!
o.o
terco el tío, seguro ahora va y se compra otro igualito (luz verde incluida)
Esas historias de chibolo es tan buena que me hace recordar a la epoca en cuando saliamos con los patas de la cuadra en las tardes a jugar y nuestro juego era romper lunas de las casas de otra urbanizacion o tirar piedritas a los autos cuando los autos pasaban a velocidad (queriamos ver como s erompia el parabrisas). Ahora que miro atras me cago de risa.
Luz verde para destrozar el interomunicador !!!!!
Y todo por una maldita lucecita!. No hay nada que hacer que tus historias son la cagada! :D
ahhh no carajo... yo que el tio voy y le caigo a fierrasos a tu timbre, a la chapa de tu puerta principal, la de tu garaje, le de tus vecinos y a la de elmo por lacras... pero que ladillas!!!!
Lucecita de michi ja ja ja todo lo que ocasiona. Y Isabella tiene razon. Son un mate de risa.La-ca-ga-da -en -sie-te-to-mos.
refrescante y energizante. lo máximo esta pag.
¿FUISTE TU MISMO O QUIEN DE LA PANDILLA DEL LAGARTO EL QUE PUBLICÓ HACE MESES UN POST CON UN RELATO SIMILAR SOBRE COMO SIENDO NIÑOS JODIERON UNA REJA O CORTINA METALICA A PATADAS?
RECUERDO QUE EN ESE POST EL AUTOR DIJO QUE HABIA DENUNCIADO A SUS "AMIGOS" POR HABERSE ECHADO A CORRER DEJANDOLO SOLO CON EL ENFURECIDO DUEÑO DE LA CASA.
¿EN ESTA OCASION NO HICISTE LO MISMO CON EL ELMO? ¿PORQUE?
OYE WEY, LA SEGUNDA PARTE DEL RELATO (DONDE DESTRUISTE EL TIMBRE A PLOMAZOS) ¿ES CIERTA O NOMAS NOS ESTAS VACILANDO?
NO SÉ... ALGO ME DICE QUE NOMAS NOS ESTAS WEBEANDO... O SEA, SE ME HACE DEMASIADO "OJEIS" HASTA PARA UN IRREDENTO CABRON COMO TU, DE QUIEN SOSPECHO QUE BAJO ESE DISFRAZ DE HIJO DE LA CHINGADA EN VERDAD ERES MAS BUENO QUE EL PAN...
EN FIN, SOLO TU SABES LA VERDAD.
"EPATER LE BOURGEOIS"...
RECUERDO HABER LEIDO ESA FRASE EN ALGUN LADO, ASI LE LLAMABAN ANTAÑO A ACTITUDES COMO LA TUYA... Y AUN AHORA SON MUY CLASICAS EN CHAVOS DE CUALQUIER EPOCA Y PAIS.
entiendo la broma de chibolo (aunque te quedaste) pero eso de reventar el timbre cuándo originalmente tú tenías la culpa... pues como que no cuadra.
...incluso podría decirse que fue una actitud "marrón".
Acaso no lo entiendes??? Sólo lo estaba imaginando...
Excelente historia sensei. (aunque un poco friki)
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