lunes, octubre 31, 2005

Elmo se va a la guerra (que dolor, que dolor, que pena)


Corría el año de 1994 y yo contaba con escasos 17 años, y en ese tiempo (y creo que aún ahora, pero no estoy muy seguro) era requisito indispensable para obtener la libreta electoral el tener la famosa y funesta libreta militar.

La libreta militar de ese entonces sólo servía para una cosa, y era el de ser un salvoconducto garantizado contra las "levas" (Levar: Acción de leva. Leva: Dícese del proceso por el cual uno es despojado automáticamente de todo derecho civil para ser ingresado involuntariamente a servir a la Patria en calidad de soldado raso por 2 años). Las levas en mi tiempo ocurrían en cualquier parte, y generalmente se aplicaban a todo chibolo que andara en micro y no tuviera papeles; reglones ambos en los que yo caía expedito, por lo tanto decidí que debía sacar la mía lo antes posible.

Debo aclarar que en ese entonces yo era un chibolo sonso (no el hijo de puta que soy ahora, capaz de vender a mi madre en plazos). Era de aquellos en los que creía en cosas tán estúpidas como la armonía, la paz y la hermandad entre los hombres...

Pero vamos al grano: Debido a que era sonso, se me pasó el tiempo de inscribirme en la marina y en la FAP, así que opté (no me quedaba otra) por inscribirme en el glorioso Ejército del Perú.

El primer día que fuí, estuve parado (como cojudo, hay que reconocerlo) como 5 horas mientras esperaba en la cola para empezar mis trámites. Hasta ahí, todo OK. El problema fué cuando fuí a recoger mi libreta militar.

Regrese a las 2 semanas a recoger mi libreta militar. Llevaba un polo manchado de mil colores (como se usaba en ese tiempo), arete en la oreja izquierda (porque los maricones la usaban en la derecha) y el pelo largo con peinado parecido a un new kid on the block (y yo ni siquiera los escuchaba a esos cojudos, pero el peinado me gustaba). Cuando llegué habían 2 filas: una para recoger la libreta y la otra para los que querían servir de voluntarios (cosa que me parecía de lo más incomprensible hasta ese momento). Obviamente me puse en la primera fila y noté que había un sargento (creo que lo era, por la cara de mierda; aunque en realidad TODOS tenían cara de mierda) que pasaba por mi fila agarrando a los tipos que le daba en gana y poniéndolos en la segunda (para servir voluntaria - involuntariamente). Cuando pasó por mi lado, siguió de largo (yo ni me preocupé del asunto, dicho sea de paso), pero cuando regresó (por el lado contrario) me agarró del hombro poniéndome en la segunda fila diciéndome:

- "Va pal' servicio"

a lo que yo respondí:

- "Disculpe señor, pero yo vengo a recoger mi libreta militar"

se volteó y dijo:

- "Carajo!! Ud. VA a servir a la Patria"
- "Yo no voy a servir a la Patria"


y en este punto, 2 arvejitas (soldados rasos del ejército vestidos con verde uniforme y casco redondo) rastrillaron sus FAL y me apuntaron directamente al peinado "new kid" (osea, me apuntaron directamente a la cabeza).

- "Pues claro que serviré a la Patria, ¡¡y con mucho gusto!!"

Me subieron al carro porta-tropas y me llevaron al cuartel de ingenieros (ese que queda en la Av. del Ejército). Y ahí tuve mi primera lección acerca de la inhumanidad a la que puede llegar la raza humana...

Llegué para la hora de la cena. Me raparon inmediatamente el pelo (a tijeretazo limpio) y me pusieron un uniforme 4 tallas mas grande que yo (para los que no me conocen, mido 1.63 y soy flaco; pero lo más gracioso es que yo era uno de los más altos ahí. El sargento se quedó con nuestros efectos personales), y nos llevaron directamente a cenar. No me podía imaginar el horror que me esperaba....

Cuando entre a la cocina - comedor (imposible diferenciar) los cocineros, que eran ya cabos, insultaban a todo aquel que pasaba:

- "Mira este conchesumadre, si parece tísico el mierda. Ya avanza carajo"
- "Conchetumadre, mirame bonito o te mato conchetumadre"
- "Como te gusta la comida gratis ¿No? perro de mierda..."

y varias frases más de esa índole (a algunos le escupían la comida). Cuando llegué con mi gavilla (bandeja de metal para la comida) el cabo me miró de arriba para abajo:

- "¡¡Nos han traído un gringuito aquí!! Que chévere"

y me tiró la comida a la gavilla. Lo miré directamente a los ojos con una mirada entre incompresión y odio y él me devolvió la mirada diciéndome:

- "¿Que me miras conchetumadre? Te mato conchetumadre ahorita nomás... ¿Qué se habrá creído el perro este?"

La cena consistía de una deliciosa ración de: pescado al tomate (totalmente podrido y apestando), arroz (masacotudo y podrido), 2 panes (durísimos), 1 plátano (mosqueadazo) y té de cebada (lo único pasable). Me senté en una mesa con varios perros más (perro: Dícese del que sirve a la patria por vez primera) y ví con asombro y repugnancia como ellos se devoraban su comida con desesperación. Yo sólo comí los 2 panes y me tomé el te de cebada, dejando el resto; cuando uno de los perros sentados a mi costado me dijo:

- "Gringo, ¿no vas a comer eso? ¿puedo comermelo?"
- "Todo tuyo"


y sin más, se lo voló en menos de 1 minuto. Ahí tuve mi primera lección acerca de lo que le puede hacer el hambre a un ser humano...

Volvimos a la cuadra y nos mandaron a limpiar baños (este reglón me lo salto debido a las náuseas que me provocaría a mí el recordarlo y a uds. el leerlo). Luego, pasamos a dormir: en un colchón sucio y apestoso y de a 2 ya que faltaban camas para todos.

Tocaron diana al día siguiente a las 5:30am (cuando yo recién estaba entrando en los páramos de morfeo, ya que me pasé la noche en vela con visiones de no salir nunca de esa cárcel - cuartel), nos vestimos y pasamos directamente a hacer ejercicios. Yo soy un tipo que sólo ejerce el deporte de pensar libremente, así que ya se imaginarán como quedé yo después de las 3 horas de ejercicio que nos pusieron por delante.

Luego nos dieron el desayuno (los mismos panes de ayer, con el mismo té de cebada, el mismo plátano, pero ya sin el pescado y el arroz podrido) y luego nos pusieron a marchar todo el día. Ahí aprendí la segunda lección: el hombre es el lobo del hombre..

Los sargentos inmediatamente preguntaron quienes eran voluntarios, 7 perros salieron al frente diciéndo que ellos eran voluntarios.

- "¿Así que uds. quieren servir a la Patria?"

Y les metió un puñetazo a cada uno en la cara...

Todo el tiempo que la pasé en el cuartel los sargentos se ensañaron con los voluntarios, dándoles los peores trabajos y golpeándolos inmisericordemente todo el tiempo.

- "Tu querías servir a la Patria, ¿verdad?" (puñetazo al estómago)
- "Dime que amas a la Patria" (puñetazo a la cara)
- "La Patria ahora te premiará por servirla" (patadón en el culo)

Le pregunté a un voluntario porque se había metido al ejercito, y tuve que contener las lágrimas de rabia cuando me contestó:

- "Tú gringuito, nunca vas a saber lo que es el hambre.."

Luego nos mandaron limpiar las cuadras de los cabos (cuadra: lugar donde durmen los soldados). Mientras yo estaba encerando el piso de una de las cuadras, uno de los cabos empezó a hablarme:

- "¿Y que tal los culos allá afuera?"
- "Las chicas afueran están como siempre"
- "Ellas afuera y tu adentro aquí caga'o. ¿Tu tienes un culo firme allá afuera?"
- "Tengo enamorada, si a eso se refiere"
- "Pues ahorita ya debe estar cachando con otro"


Nos llamaron a formación (eran como las 10am), y se acercó el comandante de la base diciendo:

- "Me han informado que hay 2 maricones aquí en esta cuadra. Los cabros están prohibidos de servir aquí en el ejército, así que díganme quienes son es este momento"

2 perros salieron al frente (fueron levados como yo y al parecer se querían hacer pasar como maricones para poder salir de esa pesadilla).

- "¡Así que uds. son maricas! Bueno pues, ¿quieren servir a la patria?"
- "¡Sí mi comandante!" (respuesta dada con miedo)
- "Pues entonces servirán a la Patria... ¡y nada de mariconadas carajo!"

y se fué. A esos 2 perros los golpearon todo el día...

A las 12 del día, mientras estabamos practicando marchas sin sentido (sin sentido para mí), se acercó un cabo a la formación y le dijo un par de palabras en voz baja al sargento. Luego de que se fué, el sagento dijo:

- "Soldado Elmo, preséntese inmediatamente en la oficina del comandante"
- "¡Sí mi sargento!"


Eso sólo podía significar una cosa: ¡¡¡mis padres me encontraron y me sacán con expectorante hoy mismo!!! Corrí a la oficina del comandante para encontrar a mis 2 padres con una señora que no la conocía yo y el comandante sentado en su sillón. Me cuadré delante del comandante

- "¡Soldado Elmo reportándose como lo pidió mi comandante!"
- "¿Ve señora? Su hijo es un perfecto soldado. Apuesto que sí quiere servir a nuestro glorioso ejército" (dicho por el comandante con sorna)
- "Sí pero mi hijo es estudiante y sufre de anemia" (dicho por mi madre en tono de complicidad, ya que se le estaba pagando una coima de 200 cocos al comandante para mi salida)
- "Pues bueno, los dejo solos para que conversen un momento con su hijo. Yo voy a dar orden de salida para el chico"


Y me quede a solas con mi madre, mi padre y la señora; quien era nada más y nada menos que la secretaria personal del General Bari Hermoza (jefe en ese entonces del comando conjunto de las fuerzas armadas, lo que hacía de ella la segunda mujer más poderosa en las fuerzas armadas). La señora me dijo que habláramos en voz baja, porque podían haber micrófonos y me dijo que ella estaba presionando al comandante para que me sacara por 200 cocos y por ser yo su "ahijado" (ya que en su calidad de secretaria del hombre más fuerte del ejército ella hacía y deshacía en cualquier base, pesándo más que coroneles y comandantes). Volvió el comandante:

- "Todo arreglado. Hijo, vé donde el sargento para que recojas tus efectos personales"
- "Sí mi comandante, con permiso"


Y salí disparado a la cuadra a recoger mis cosas. No aguntaba un minuto más en esa porquería. Al llegar a la cuadra, me esperaba el sargento y 4 cabos más. El sargento me dejó mi ropa para que me vistiera y se fué. Los cabos me decía frases como:

- "Gringo conchetumadre, te vas porque tienes vara"
- "Conchetumadre, que suerte que tienes"
- "Conchetumadre ya quiera yo salir pa' estar con mi culo.."

Yo ni caso les hice. Volvió el sargento y salimos de la cuadra en dirección a la oficina del comandante. Cuando el sargento me dió mi ropa, faltaba mi reloj swatch; así que le pedí que me lo devolviera:

- "Lo siento, pero parece que su reloj se ha perdido"
- "Sargento, ¿Ud. sabe la vara que me está sacando? Una palabra mía y Ud. se va a la sierra a pelearse con los terrucos"
- "Ya gringuito, no quiero problemas. Aquí está su reloj..."


Volví a la oficina del comandante, y luego de frases amistosas (e hipócritas) nos fuimos de ese asqueroso lugar...

Nunca en mi vida he visto más miseria humana que en un cuartel del ejército peruano. La anécdota me sirve como experiencia hasta el día de hoy y desde ese entonces mi forma de ver las cosas cambió drásticamente. Lo único que agradesco al cielo es que el comandante recibió tranquilo los 200 cocos para soltarme, porque sino ¿quién sabe? pude haber terminado muerto en cualquier provincia del Perú, vía enfrentamiento con algún terrorista. Pero aprendí bien mi tercera lección:

¡Gracias a Dios, por la plata hasta el marrón baila!

jueves, octubre 27, 2005

"El Último Viaje en Combi"

ENCICLOPEDIA DE LA VIOLENCIA URBANA



TOMO I (después me tomo el otro)





"El Último Viaje en Combi"


Ya desde hace algún tiempo, muchas personas me han dicho que me deje de cojudeces y de hacerme el fino, y que suba a una combi cuando tenga que hacerlo. Lo que sucede es que no muchos conocen el episodio que viví, y que hizo que nunca más me subiera a los mencionados vehículos de transporte.


Me encontraba con Elmo en Miraflores; sinceramente no recuerdo qué hacíamos, pues esto fué ya hace algunos años atrás. Decidimos ir a mi casa, en San Borja, así que tomamos una de esas combis que decían "Todo Angamos", en el cruce -precisamente- de Angamos con Arequipa. Subimos y nos sentamos exactamente detrás del chofer, y el cobrador, para variar, iba con medio cuerpo afuera de la combi, recitando los nombres de las avenidas por donde la ruta pasaba. Todo hasta acá bien, hasta que el cobrador me pide pagarle el pasaje, cosa que hice dándole una moneda de cinco soles:

-"Cóbrate dos..."

Al momento de recibirme la moneda, el marrón vió con espanto como se le escapaba de los dedos, y, precisamente por ir prácticamente afuera de la ventana, se le cayó a la calle, perdiéndose en el olvido nocturno del asfalto. Paramos; buscó; rebuscó, y no encontró la moneda.

-"Vamos, vamos, dale nomás, ya se perdió..."

Seguimos nuestro trayecto, hasta que me percaté de algo: El cobrador no tenía la mínima iniciativa de darme mi vuelto, así que, de la manera más educada, procedí a solicitárselo:

-"¿Oe, y mi vuelto?..."
-"¿Cómo? se te cayó la moneda y todavía quieres vuelto...encima que vas a viajar gratis..."

En ese momento, la presión me subió a ochocientos y tenía el organismo fabricándome treinta litros de adrenalina por segundo...

-"Dime una cosa...¿eres gracioso o te estás haciendo el cojudo?" -le dije al cobrador
-"'Ta bien pe...¿qué pasa?... se te cayó a tí..." -me respondió
-"Oye carajo: ¡¿Acaso no te la he entregado en tu mano?!" -dije al borde del colapso
-"A tí se te ha caído, yo no sé..." -obtuve por respuesta

Aún apelando al último resquicio de sensatez, me dirigí al conductor, preguntándole cómo solucionamos el asunto:

-"No sé, arregle con el cobrador, yo no sé nada"

Agarré al cholo de las solapas y lo jalé hacia mí mirándolo a los ojos:

-"Mira conchatumadre" -le dije- "Sacarte la mierda por tres soles me va a salir bien barato, así que déjate de cojudeces y dame mi plata"
-"¿Qué te voy a dar?...conchudo eres ¿no?, encima que no vas a pagar pasaje"
-insistió
-"Hermano...yo sé lo que te digo... dale su plata..." -intervino Elmo, con un preocupación que se notaba a leguas.

La combi se estaba a escasos metros de nuestro paradero, por lo tanto, estabamos enfrascados en una batalla contra el reloj: El cobrador no daba luces de querer entrar en razón, el chofer se hacía el estúpido, y yo estaba tratando de contener al demonio que insistía en salírseme como sea:

-"Carajo....¡Dame mi plata, huevón! te voy a matar, ¿no entiendes?" -dije entre lágrimas (de alegría, naturalmente)
-"No sé, no sé, habla con el chofer..." -dijo evadiéndome.

Llegamos al paradero, y fué entonces que, convertido en una bestia, agarré al cobrador del cogote, y señalándo al chofer, me dirigí hacia él:

-"¡AVANZAS UN SOLO METRO Y TE MATO!" -y dirigiéndome al infeliz de cobrador le dije- "¡AHORA SÍ, PÁGAME MIERDA!"

El cobrador comprendió en el predicamento en que se hallaba, pero ya era muy tarde para él. Trató de darme los tres soles de vuelto, pero esta vez yo quería los cinco soles íntegros. Nos encontrábamos detenidos en el cruce de Primavera con Caminos del Inca. La gente empezó a bajarse sin pagar, otros reclamando su pasaje de vuelta. Mientras todo eso sucedía, estiré mi mano y jalé las llaves de la combi. Tumbé al suelo de un codazo en el ojo al cobrador, lo despojé de su canguro, (con toda la plata) y lanzé las llaves de la combi al Río Surco (que justamente está en el cruce)

El panorama era caótico y desolador... combi apagada, bocinas sonando, el cobrador tirado en la pista, el chofer tratando de empujar la combi, mientras me decia "¿Por qué hiciste eso?", con una cara de cojudo impresionante.

-"¡Para que aprendan, MIERDAS!"

Lo que es yo, esa noche recolecté algo más de cien soles, que me sirvieron para tomar taxi, hasta que compré mi carro, para nunca más viajar en combi. Es demasiado estresante y peligroso.

lunes, octubre 24, 2005

"CLASES DE MANEJO"

Corriéndome el riesgo de que me puedan llamar miserable, egoísta, que no pienso en los demás, y demás calificativos que lamentablemente son ciertos, --reconozcámoslo de una vez-- debo reiterar mi opinión de que deberían prohibir a los taxis y a las combis transitar por Lima.

Por lo general, trato de evitar a los taxistas y a las combis como quien evade a los maricones; pero hay veces en las que el destino y los semáforos, nos obligan a tener que alternar con las mencionadas bestias al volante.

Hace unas cuantas noches atrás me encontraba en mi veloz corcel, en el cruce de las avenidas Cuba con Salaverry, detenido en el semáforo. La pista consta de tres carriles, y yo planeaba girar a la derecha, pero un taxi se encontraba estacionado justamente en el carril que debía usar yo para voltear. Como no habían carros, me puse en el carril del medio, e hice mi direccional para voltear a la derecha, pasando, obviamente, al taxista por el lado izquierdo.

Bueno, la luz cambió a verde, y justamente cuando me encontraba dando la vuelta, siento un impacto atrás (atrás del carro, se entiende) seguido de un "crack" y el inconfundible sonido cuando las micas de los faros se rompen.

Bajé del auto, y cuando tuve al taxista frente a mí, noté que llevaba uno de los auriculares de su radio (estilo walkman, pero que solo sirve para oír radio) puesto en la oreja, donde aparte del auricular, seguramente también tendría un corcho de cerumen, pues se notaba que no era muy aficionado al baño diario.

-"Oye imbécil... ¿acaso no tienes ojos?... ¡mira lo que has hecho..!" -dije en un tono bastante abierto al diálogo.
-"Tú tienes la culpa, por que te cruzas así..." -me dijo
-"¡¿Cómo?!...oye carajo, ¿y para qué mierda crees que pongo las direccionales?"
-"No pues, tu tienes la culpa, yo no te voy a pagar nada..."
-dijo de la manera más conchuda.
-"Claro...¡¡qué mierda vas a prestar atención si avanzas mirando la vereda y escuchando esta porquería...!!"

Esto último lo dije al mismo tiempo que le asestaba un espectacular manazo en la oreja, llevándome de paso la cabeza y todo el cuerpo del infeliz al suelo. Se quiso incorporar del pavimento pero no fué necesario; pues yo mismo, en actitud altruísta, lo levanté y lo instalé cómodamente en el capot de su carro, (claro que hay que aclarar que lo levanté de las mechas y lo azoté contra el auto) acto seguido, le impartí unas cuantas lecciones de manejo

-"¿Ves esto animal? ¡Esto es para frenar!"
-"¡¡AAggghhhggghh!!"


Reconozco que es difícil hablar cuando tienes el pedal del freno entre los dientes, y una pata montada en la nuca, pero al menos pudo haber hecho su mejor esfuerzo por hacerse entender. Ya me encontraba bastante entusiasmado, cuando llegó un policía al teatro de los acontecimientos:

-"A, ver, qué pasa acá señores" -dijo el tombo, con esa cara clásica de cínico, como si realmente le preocupara la situación
-"Nada pues jefe, mire lo que me ha hecho este idiota" -aproveché para responder.
-"¡Jefe mire usté como me ha dejado este señor!" -dijo el taxista mientras se sacaba un pedazo de mica de faro del paladar y desatoraba su cabeza del volante.
-"Ya carajo, arreglarán en la comisaría, síganme" -dijo el oficial.

Al momento de subir a los vehículos, el taxista puso primera, y salió disparado de tal forma, que les puedo asegurar que la segunda la metió en Chincha. Los tombos se miraron, con una expresión de estúpidos que los caracteriza, y me pidieron disculpas. "Eso les pasa por que ANTES de llevarnos a la comisaría, debieron pedirnos los documentos". No dijeron nada, y se subieron a la camioneta. Felizmente la abollada solo me costó cincuenta soles, pues las micas reventadas eran del taxista y no mías, ya que mi auto es americano, y aguanta como los machos.

Lo que es yo, creo que esta noche voy a pasar por el mismo lugar, y si veo al taxista, hoy mismo termino de darle las clases prometidas.

miércoles, octubre 19, 2005

"EL JABÓN MÁS CARO DEL UNIVERSO".



Paruro, El Emporio de la ElectrónicaRecuerdo aquellos tiempos en que, en los 90s, iba con mi amigo "El Cli". a el jirón Paruro a vagar por ahi, por los bajos fondos del mundo de la electrónica y demás adefesios.

El Cli, ( le dicen así porque el tipo es emocionalmente recontra sensible), era asiduo concurrente a dicho lugar donde virtualmente excavaba feliz en un mar de tarjetas y demás desperdicios electrónicos hasta encontrar lo que necesitaba para armar algún novedoso y casi siempre trunco proyecto o hacer alguna reparación para rescatar a algun equipo que, en otras circunstancias, irremediablemente hubiera tenido como destino el tacho de basura.


Y bueno, un día de esos en que yo estaba tratando de armar un proyecto de electrónica, de esas cosas que haces y jamás la llevas a la práctica, toda vez terminadas nuestras compras, empezamos a huevear por ahí. El Cli ya había comprado varias cosas de a menos de a luca, de esas que sólo él le podría darle alguna utilidad.

Entonces, cuando caminábamos por la esquina de los Jirones Paruro con Leticia, un tío de unos 42 años, flaco de bigotes, con una guayabera que alguna vez fue blanca, de mirada esquiva y desconfiada nos pasa la voz:

- "Psst!, oe chocherita mira lo que tengo acá, un walkman Aiwa, baratito nomás".

El Cli y yo lo chequeamos con recelo y con algo de curiosidad.

- "No tengas miedo comparito, me han pagado una deuda y necesito plata 'pe, te lo vendo barato nomás, 25 soles, mira acá está".

Efectivamente, lo saca de una bolsa negra y nos lo enseñó, era un walkman Aiwa con auto-reverse, ecualizador gráfico y Mega Bass, tenía sus auriculares Aiwa originales, sin duda un walkman muy cotizado entonces. El Cli y yo nos miramos y le dije:


- "No sé oye, fácil que es choreado. Si quieres cómpralo, ya me gasté casi todo lo que tenía".
- "10 Soles!" , le dijo El Cli con voz de regateo, cual cancherazo en el asunto.
- "No pes chochera, no sale... mira que , y de paso te lo regalo con 2 casettes de Jerry Rivera".
- "Para qué diablos quiero el casette del salsero ese, 10 soles, ya 'pes"
, Insistió.

Al ver que el ocasional vendedor no cedió a la oferta, El Cli me dice:

- "Yo tampoco tengo mucho... le voy a ofrecer un poco más, préstame 5 soles".
- "Ya pues, te presto. Se ve mostro en realidad".


- "Ya, 15 soles". Le dió la última oferta. Me hice como que no me interesaba en el asunto para no dar expectativas y miré a otro lado.

- "Ya amigo, mira acá está tu walkman, te lo guardo bien envueltito con tus casettes, porque tu sabes, hay mucho choro por acá y te lo pueden robar, no lo vayas a sacar que te lo pelan", dijo eso mientras miraba nervioso de un lado a otro, guardaba el walkman en la bolsa y recibía el dinero de manos del Cli.

- "Ya 'chera, nos vemos, chau, y ya sabes, cuidado con los choros". Le dió apenas la mano y se fué. El Cli estaba con una sonrisa de oreja a oreja, como si recién se hubiese tirado a la Playmate del Año. Y dentro de la bolsa, el estupendo walkman Aiwa con Megabass y Autoreverse. En ese momento no lo veíamos, pero sabíamos que estaba ahí, y que había costado una ganga, hasta sonaba cuando le dabas golpecitos a la bolsa.

Salimos de ahí y tomamos un Enatru en Roosvelt, cuando al Cli se le ocurre abrir la bolsa, tan sólo un poquito para observar bien su nuevo walkman, comprado a precio de incendio.

Abre la bolsa negra , y dentro había otra blanca, estira la mano para sacar...

Un Jabón.

Sí, era 1/4 de barra de Jabón "Bolívar" (del que Lava con Potente Cariño) mas unos papeles cuidadosamente doblados que simulaban ser, 2 cajas de casette (ni las cajas vacías nos dió el maldito cuatro letras). La cara de felicidad del Cli se le fué como cuando te enteras de que te han embargado todos tus bienes, perro incluído.

-"Concha-su-madre" Atinó a decir en voz baja.
-"Pucha Clito, te hicieron el 'cambiazo' " (Realmente el marrón era todo un maestro en el arte, ni yo me di cuenta en qué puto momento lo hizo).
- "Ya sabes, aún así me debes 5 lucas". Sentecié cual judío.
- "Sí, ya sé... " , dijo mientras miraba con desencanto la calle a través de los cristales del bus, sin decir nada más durante el resto del viaje.

Y sí pues, hay veces en que los marrones de mierda ganan.

martes, octubre 18, 2005

"EL BUEN SAMARITANO"

En una linda mañana de verano, durante mis vacaciones de colegio de 5to. Grado de primaria, decidí salir a dar una vuelta por el barrio para ver qué novedades habían, pues en mi casa me aburría, más o menos, como actualmente me aburro en la oficina. Claro que, valga la acotación, antes no había DvD, ni Internet, ni nada de esas cosas que ahora me saca temporalmente (mas o menos ocho horas) del aburrimiento diario, para entretenerme sanamente.

En ese entonces, tendría unos diez años de edad, pero ya era un completo "concha su madre", según escuché vagamente un día, en una conversación entre dos viejas, vecinas del barrio.

Iba caminando de lo más bien, disfrutando de aquellos rayos solares matutinos, y dirigiéndome al parque, para buscar algunos amigos, cuando, justo antes de voltear la esquina para iniciar nuevas aventuras, me encuentro con dos amigos: Alter y Cesitar.

Ambos, conversando de lo más animosos frente a una casa, me pasaron la voz:

-"Oe, ven un rato...¿te atreverías a tirar un tacle a ese garaje?" -me dijo Cesitar
-"Puta, no sé, oe... pero mejor los tres a la vez, para que suene más fuerte" -dije como quien descubre la pólvora
-"¿y si sale el tío de la jato?" -dijo asustado Alter
-"¡Como las huevas, no seas rosquete!... ya, tomamos vuelo y le damos con todo... uno... dos... ¡tres!... ¡corran mierda!" -dije

Así, a la voz de "tres", partimos a toda velocidad. Como yo era el más alto, llegué primero que todos... me elevé y le metí una patada voladora sensacional, mientras los otros dos, llegaban tras de mí, tocándole al dueño de la casa un concierto de bombo gratis, contra la puerta de su garaje. Corrimos por un pasaje, que desembocaba en una bodega, y, de lo más campantes, entramos a comprar gaseosas, dando por terminada la diligencia anterior.

Todo iba de lo más bien; yo conversándole a los dos amigos míos, --que los tenía frente a mí-- cuando veo que las expresiones de sus rostros cambiaron de la sonrisa burlona a una mueca que ya la quisiera Frankenstein. Luego, y antes de que yo pudiera decir nada, ambos emprendieron al retirada a todo vapor, a la vez que yo sentí un tirón en el brazo.

-"¡Óyeme, muchacho de miércoles!" -me dijo el dueño del garaje, mientras me sacudía de tal forma que se me aflojaron las medias- "¡ya te jodiste, mierda, te voy a llevar a la comisaría por vándalo, se ha caído la puerta de mi garage, me la han roto!"

Debo reconocer que para tener diez años, (edad en la cual, cualquier niño se hubiera hecho la pichi en los pantalones) reaccioné de la manera más fría del mundo, pues, ante las perspectiva de un sonoro cachetadón de mi viejo que me pondría la cabeza giratoria tres días, un castigo de por lo menos dos semanas, mas los sustos respectivos, lo único que atiné fué a mirar a los ojos al señor, y decirle de la manera más seca:

"Disculpe señor" -le dije mientras retiraba dignamente su mano de mi brazo- "creo que Ud. se ha equivocado conmigo. Yo recién llegué a tomarme una gaseosa y me encontré con mis amigos, y estábamos conversando; de verdad que me parece la peor malacrianza lo que le han hecho, así que, por favor, venga conmigo que le voy a enseñar donde viven" -todo esto con la cara más cínica del mundo.

El tipo me quedó mirando desconcertado, mientras yo me reía para mis adentros, pues estos miserables me habían abandonado a mi suerte, sin siquiera tener la delicadeza de avisarme que el viejo venía exactamente atrás mío, lo pensé bien, lo analicé desde todos los ángulos posibles, --como hacen los que inspeccionan su auto justamente después de que le reventaron todas las lunas y le tiraron hasta el cenicero-- y al final llegué a una decisión irrevocable: Que se jodan por maricones.

El señor me llevó, o mejor dicho, yo lo llevé a las casas de César y Alter, para que conversara con sus respectivos padres. Pasada la conmoción, el viejo me llevó a su casa, me invitó una limonada y me compró un helado, despidiéndose de mí con unas palabras inolvidables:

-"Gracias muchachito, ojalá hubieran más chicos como tú, te lo agradezco, y cualquier cosa, no dudes en contar conmigo"

Al día siguiente, me encontraba nuevamente en el parque, agarrándome a pedradas con el hijo del guardían de la construcción, --quien francamente ya me tenía aburrido con sus idioteces diarias-- cuando César y Alter (cuyas casas quedaban, una exactamente junto a la otra) me miraban tristemente desde las ventanas de sus cuartos.

Esa noche, --considerando que estaban castigados un mes, porque la gracia del garaje les costó como el culo a sus viejos-- decidí reventarles los timbres de sus casas, pues --al menos yo-- no los iba a tocar durante un buen tiempo, y además para que aprendan que la vida es dura, y que con los maricones no hay perdón que valga. ¡Habráse visto, carajo!.

viernes, octubre 14, 2005

"CARRERA DE BURROS"

El otro día estaba por "Blue Dusts Shopping Center" (Polvos Azules) comprando unas películas para amenizar mis horas de trabajo en la oficina, --que se ponen de lo más aburridas, sobre todo desde las 8:00am hasta las 6:00pm que son las más pesadas-- cuando por cabronadas del destino me cruzo con un ex-compañero del colegio: Giorgi; conocido también como "ÑOÑI", no precisamente "de cariño" (pretexto que usamos todos para poner sobrenombres humillantes a los demás) sino por que dicho adefesio tiene, entre otras virtudes, labio leporino.

Nunca lo traté mucho, a deferencia de otros tarados, que por algún motivo desconocido, compartieron algunas vivencias (bastante estúpidas, hay que reconocerlo) con el pobre infeliz.

Para empezar, el tipo no tenía ni dónde caerse muerto, (yo lo mandaría directamente a la fosa común, pero sé que es ilegal, y tendría más problemas de los que ya tengo) su vieja lo botó a él y a su viejo de la casa, y se fueron a vivir a un cuchitril que indignaría a la más inmunda de las ratas; compraba marihuana de 10 céntimos el kilo en Matute, para luego venderla pateada con orégano en el Sur a los chibolos; (que en ese entonces eran más cojudos que él) tenía un complejo de "Calígula" (pero el interpretado por Julián Legaspi) gritando en los tonos "¡Qué empiece la JUERGA!", cuando con esa cara, hasta la mismísima Madre Teresa tendría sus reparos en acercársele siquiera a saludarlo; y un sin fin de cojudeces, que hasta Dios se aburrió de prestarle atención.

Cuando salimos del colegio, todos teníamos, en vista del rumbo que Ñoñi estaba tomando en la vida, al menos la tranquilidad de saber que de todas maneras, a este paso, iba a terminar muerto en algún fumadero de por ahí, o por alguna sobredosis de cualquier cojudez. Pero como lo dije antes, el destino es un cabrón, y unos añitos después de haber terminado el colegio me llama un amigo de promoción:

-"Habla... oe no sabes... lo vi a Ñoñi en una camioneta de la puta madre, y con un par de gringas buenazas.."
-"¿Qué?"--dije sorprendido--"dime... ¿estás seguro que no está chambeando de fercho?..."
-"No hueón... te digo que es su camioneta, además las chiquillas lo adoraban al puta..."
-"Aaaala mieeerda...en qué chucha andará metido"

Tiempo despúes, todos comprendimos, cuando lo canearon en Tacna por querer pasar cocaína a Arica, y estuvo un año y pico enjaulado. Había estado chambeando de burro --cosa que, al menos, intelectualmente ya era desde el colegio-- y esta vez si lo pescaron con todo.

Hace no mucho, estaba en Miraflores con Elmo y Dragón, tomando unas chelitas y viendo un partido en un local cuando el atorrante se nos acercó; ya había salido de cana, estuvo en la onda de vender celulares, (como quien se reivindica con la sociedad) luego vendiendo unos polos de lo más aberrantes en Polvos Azules (negocio que hasta el día de hoy conserva) y parece que se casó con una tipa que, a mi criterio, debe sufrir de glaucoma terminal, o debe tener córneas de madera... y en fin... una ronda sin fin de floros, sugerencias, cojudeces, bromas estúpidas y demás huevadas de calibre parecido que estuve a treinta segundos de pararme y botarlo yo mismo de una patada en el culo ¡ o darle 10 lucas para ver si así se dejaba de joder!

Por eso, cuando me lo encontré en Polvos Azules, de solo verlo me erizé como una mata de agujas, ante la simple perspectiva de tener que escuchar alguna estupidez --que no aguanto, por cierto-- y verme en la engorrosa situación, más la pérdida de tiempo de tener que explicarle luego a la policía por qué tiene esos moretones tan grandes en la cara y las costillas rotas... así que a único que atiné fué a ignorarlo olímpicamente, como quien ignora al gato callejero, pasándome de largo mientras se disponía a saludarme.

Por supuesto que luego me sentí mal, pues tuve que extrangular mis carcajadas al verle las fachas, ¡además de tener que reprimirme de vacearle la Beretta en el hocico ahí mismo!


jueves, octubre 06, 2005

Vandalismo Táctico

Corrían las vacaciones del año 1987, cuando mi gran amigo Dragón, en una de sus tantas incursiones a mi casa, trajo una de las armas más excelentes que haya yo podido ver durante mi infancia, --superando ampliamente al lanza-chapas, el tumba-chola y la honda-- : La cerbatana.

Ahora bien, cuando uno está en la edad de las aventuras, es decir, cuando apedrear perros, participar en batallas campales con hondas, meterse a las construcciones a jugar a la guerrita, interceptar a la chola que se dirige tranquilamente a la bodega para asestarle --en partes indeocorosas-- un cachiporrazo de medias sucias con arena y talco como relleno, el descubrir un arma nueva eleva el espíritu como si uno fumara pichicata y pone el cerebro a carburar como un quadrajet, los nuevos usos --porquería y media, naturalmente-- que uno puede darles.

Esta excelentísima arma, que consta de un tubo de mierda de PVC, cortado más o menos a un tamaño de 50 centímetros, no sería nada si no fuera por el tipo de munición que lleva: un cartucho de papel.

Confección del cartucho

Tomamos el papel

Enrollamos como se muestra
Jalamos para darle forma (con las dos manos, solo que si lo hago, con qué mierda agarro la camara)

Pegamos la punta para que no se nos desarme solo.


Luego de este preludio, paso a contarles una de las tantas porquerías que hice por esas épocas.
Yo tenía un vecino, en la construcción del costado de mi casa, que se llamaba "Peter Segundo", mejor conocido en la industria constructora (ya que repartía menú a los obreros) como "Nano".

Nano vivía, como ya lo dije, al costado de mi casa, y tenía un balcón que daba a mi garaje, por lo tanto nos agarrábamos a cerbatanazo limpio (ni tan limpio, pues una vez decidí mojar la punta de mis municiones en tinta para estampados, dejándole la ropa como un mapa de la vía láctea) y una mañana, me salió con una novedad que, para ser sincero, hizo que me recorriera una envidia reptante por todo mi ser: El miserable había recortado toda la guía telefónica, --amaneciéndose la noche anterior, porque tenía unas ojeras que parecían berenjenas-- cortando cada hoja en cuatro partes, obteniendo así miles de papeles listos para hacer el cartucho directamente, lo cual, cuando uno está en medio de una guerra, quedarse sin materia prima para las municiones, incrementa el peligro de recibir un cartuchazo en el ojo y no tener con qué responder.

Claro que siempre está el recurso de pararse, agarrar del pescuezo al autor del tiro, y, echando por tierra las reglas, molerlo a patadas, que SIEMPRE es más efectivo, pero que no es bien visto por los participantes del juego, sobretodo por el receptor de la pateadura.

Esa noche no pude dormir, pensando en que para tener un tesoro igual tendría que tirarme la chamba maratónica de cortar la guía telefónica pasada, (por que si cortaba la actual, mi viejo me cortaba las bolas) y eso era una tarea que no pensaba realizar. Fué así que en medio de mi desvelo, escuché una voz, que le atribuí a Dios (¡tenía que ser él!) que me dijo: "¡Anda tíraselos pues, cojudo!"

Sin pensarlo dos veces, me puse mi buzo y polo negro, y procedí a treparme a la casa de mi vecino por el techo, ingresando sigilosamente a su cuarto, --¡llevándome en el camino unos dos o tres sustos del carajo!-- con toda la familia durmiendo, para llevarme aquel preciado botín.

Al día siguiente le reventé la cara a cartuchazos, ganando por superioridad de artillería, obligándolo a rendirse.

¡Realmente si uno cede un centímetro en la guerra, se jode!