viernes, enero 27, 2006

¡La guerrita de chibolos!

Lo digo nuevamente, y no me canso de repetirlo: Lizard, Dragon y yo eramos unos hijos-de-puta-alucinantes de chibolos...

Corría el año de 1989 y estabamos en primero de secundaria. Y teniamos un pasatiempo en particular: el baseball de caracoles. Les explico el jueguito: Lizard era el pitcher, Dragon el catcher y yo bateaba; y se preguntarán que es lo que bateaba. Bueno pues, caracoles...

Obviamente, cuando hacia yo un "hit", todos corrían para no ser alcanzandos por varios proyectiles de caracol hecho leña (todos excepto yo, ya que de por si, al momento de conectar al bendito caracol, el pobre estallaba en mil pedazos, generalmente encima de mi camisa blanquita, cosa que no le hacia gracia a mi madre al finalizar el dia).

Bueno, ese día nos encontrabamos en el patio de recreo jugando nuestro bendito deporte (mens sana in corpore sano), y no nos fijamos que habían 3 tipos cerca (los nombrare como "El Gordo", "El Flaco" y "El Idiota"); y cuando estabamos de lo mas insimismados en nuestro juego (estabamos en la cuarta entrada y yo estaba con 2 strikes) conecte un hit de aquellos que hacen a uno correr entusiasmado (de asco por los pedazos voladores del caracol) cuando uno de los pedazos (o 2, supongo yo) le dieron en la cara al Gordo, y se armó la gorda (válgame la redundancia).

Me falto decir que estos 3 tipos eran del grado superior (y como se recuerda, en el colegio a los mayores todos les tenian respeto, excepto nosotros). Bueno pues, nos increparon al respecto y nosotros contestamos como debiamos contestarles en ese momento: Los mandamos a la mierda a los 3.

Los 3 nos trataron de hacer la bronca, mas a Lizard (siempre él) se le ocurrió una mejor idea:

- "Los retamos a una guerrita en el parque del colegio, mañana sábado"

Les recuerdo que era el recreo, y armar una bronca en ese momento entre 6 personas era peligrosísimo, ya que te podían suspender de clases, con la consiguiente paliza hecha efectiva por la vía paterna. En cambio, el sábado había actuación y podíamos resolver nuestras diferencias en el parque afuera de nuestro colegio sin que nadie estuviera de espectador a título gratuito

- "Perfecto, mañana en el parque les sacaremos la mierda"

- "¿Vale llevar armas?" (ese fué Lizard again)

- "Lleva tus juguetes de mierda si quieres, igual no evitarás la golpiza" (ese fue "El Idiota")

Y terminó el recreo, con la guerrita pactada al día siguiente. Pero supongo que en este momento se preguntarán cual era el concepto de guerrita. Bueno pues, supongo que los 3 tipos del grado superior también se lo preguntaban, ya que lo que hicimos fue una masacre.

Al día siguiente (a las 10:00am y no al alba, cuando suelen romper las batallas) nos presentamos en el parque. Ellos ya estaban ahí, esperandonos como perros de presa para atraparnos y molernos a golpes, pero de pronto, todo se convirtió en una pesadilla (para ellos).

De repente, el flaco cayó al suelo, impactado por un cartucho de papel que le cayó en el ojo izquierdo hábilmente lanzado por Lizard con su cerbatana, mientras el idiota se agarraba la pierna por el piedrazo preciso enviado vía la honda de Dragon. Y se armó la jugada.

Los 3 corríamos en círculos haciendo que los otros 3 nos persigan uno contra uno, de forma que se dispersaron por todo el parque. Craso error. Yo había traído en mi canguro una buena dotación de tintas chinas (si, leyeron bien, tintas chinas) que databan del los años 60 y que le pertenecieron alguna vez a mi abuelito (Dios lo tenga en su gloria, por guardar esas tintas).





Yo me fuí corriendo por mi izquierda hacia la calle que circunda el parque, cuando ví al gordo que se encontraba a 10 metros de mí y acortando la distancia (Nota: llevaba puesto el gordo un traje blanco de cuerpo entero, recién comprado en Arequipa y que lo hacía asemejarse a un foco de automovil gigantesco). Y agarre la primera tinta china y se la aventé. La tinta cayó al suelo y empezó a rebotar en el suelo con tal suerte que reventó exactamente a los pies del gordo, desparramando tinta y miserias en la pierna izquierda del susodicho y dejándosela como caldo de chicha morada.

Decidí que mi suerte no se volvería a repetir y comencé a aventar las subsiguientes tintas destapadas. El gordo lo único que vío fué un reguero volador acercarse a él , bendiciéndolo con una linea morada que atravesó en diagonal su buzito blanquito. Cuando voltee a ver a mis compañeros de batalla, Lizard estaba corriendo doblado en 2 de la risa y Dragon se había parado en seco para soltar una serie de carcajadas alucinantes. Los otros 2 tipos (el idiota y el flaco) estaban tirados en el suelo, adoloridos por los impactos de piedras y cartuchos de papel que les cayeron.

La batalla duró 10 minutos, ¡¡¡PERO QUE 10 MINUTOS DIOS MIO!!! Salimos riéndonos del parque (los tipos se quedaron tirados ahí, desmoralizados) y volvimos al colegio, justamente cuando la actuación estaba a punto de terminar (fue corta). Mi madre me empezó a preguntar por las manchas de tinta:

- "Lo que pasa mamá es que le estaba mostrando las tintas chinas de mi abuelo a Lizard y me manche un poco las manos"

- "Ya ya Elmo, ¿Qué travesura habrás hecho hoy?"

Estabamos saliendo del colegio mi mámá y yo, cuando vimos pararse ante nosotros un cerdo morado. Era el gordo, me estaba buscando con su mama para acusarme y pegarme.

La madre del gordo le dió las quejas a mi madre y mi madre me miraba con una cara que anticipaba una dulce reprimenda de su parte (con escobazos y todo). Al final, quedaron en mandarnos el buzito (ya no blanquito, sino moradito) para que lo lavaramos.

Al lunes siguiente llegó el buzo a mi casa y lo puse a remojar en lejía (bastante, para que saliera la tinta china) y me olvidé del asunto. Bueno, para acortar, después de un mes de estarse remojando, el buzo se deshizo en la lejía y se convirtió en una masacota de algodón arequipeño y morado.

- "Señora, ¿Sabe usted si ya salió la mancha de mi buzo?"

- "Hijo, hace una semana entraron a robar a mi casa y los ladrones se llevaron tu buzo"

Lo que es yo, le estaré eternamente agradecido a mi abuelo. Esas tintas fueron lo máximo y se conviertieron en un recuerdo hermoso de mi infancia. Y no hay que olvidarnos del baseball de caracoles, mi deporte favorito en mis años mozos y que me dió la oportunidad de cagar a 3 cojudos, en un parque una mañana de sábado.

- "Señor, ¿Sabía usted que ahora hay un negocio de caracoles que da buenos rendimientos?"

- "Hijo, yo ese negocio de caracoles me lo conosco desde hace años..."



jueves, enero 26, 2006

"CUANDO CAGAS, LO HACES SENTADO"

Tengo la satisfacción de haber cagado a un marrón desde la comodidad de mi escritorio.

Y fue que la semana pasada por la mañana un sujeto chocó a mi hermano por atrás y al tipo no se le ocurrió mejor idea que hacerse el sueco darse a la fuga impunemente mientras mi hermano bajaba de su auto para encararle. Afortunadamente, un ciudadano ejemplar le tomó la placa y mi hermano se fue a sentar la denuncia en la comisaría por choque y fuga. Tuvo que psar por la confección del atestado, el dosaje etílico y toda la parafernalia policial aquella.

Mi hermano me llama a casa contando el incidente cuando me aprestaba a salir al trabajo. Yo no me quedé tranquilo, pues algo tenía que hacerse, mi hermano no podía perjudicarse por un cochino marrón... así que decidí tomar cartas en el asunto y cagarlo personalmente. Lo primero que hice ni bien llegué a la comodidad de mi oficina, fue entrar al website del SAT (Servicio de Administración Tributaria de la ciudad) y ver en el sistema si tenía papeletas o impuesto vehicular para dar con el infractor. Ingresé la placa del auto y estaba a nombre de una desaparecida entidad del estado. Miércoles, se puso brava la cosa, "¡no te me vás a escapar, basura!", pensé. Fue entonces que decidí probar suerte con la web de la Oficina Registral de Patrimonio Vehicular (también conocida como la SUNARP) y, pagando una módica suma podría tener acceso a obtener los datos de la tarjeta de propiedad del auto.


¡Oh maravilla! , los datos del auto coincidían y descubrí que el auto en cuestión estaba a nombre de nada menos que el Ministerio de Economía.


- "Entidad del estado....hmm, está bravo, pero no imposible". Mi sed de venganza era tan grande que ese detalle no me importó un comino, pues precisamente ese día había amanecido con ganas de hacer justicia y cagar marrones. Fue entonces que aprovechando mi hora de almuerzo me fui al Ministerio a averiguar más. Llego a la recepción.

- "Buenas tardes señorita, ¿quién está encargado de los vehículos del ministerio?"
- "¿De qué se trata?"
- "Soy el señor Hauptmann y vengo en representación de mi cliente, el señor KBKiller. Un auto del ministerio ha estado involucrado en un accidente de tránsito y el conductor se dió a la fuga" (serísimo, yo).
- "Un momentito por favor, sus documentos" (pasaron algunos segundos...)
- "¿Hola? , ha venido un señor que dice que un auto del ministerio...bla, bla, bla..."
- "Es el señor XX", le estoy transfiriendo a aquel anexo para que conversen".

Fue entonces que conversé con el jefe del área de logística quien me confirmó que quien chocó a mi hermano era un chofer de allí (tal como había sospechado antes) y éste no le había informado nada del asunto (¡qué novedad!). Me quiso engatuzar con el cuento de la hora del accidente.

- "Espere un momento que llamo a mi cliente" . Llamé a mi hermano y confirmé la hora.
- "Mi cliente me informa que fue a las 8:20AM".
- "Qué raro, el señor es un hombre tranquilo (...) , pero no hay problema que el auto está asegurado".
- "Claro, y tenga presente que existe ya una denuncia policial de por medio y que se emitirá la orden de captura respectiva por concepto de choque y fuga". Sentencié, cual juez.

Fue entonces que le di mi teléfono para que me llame. No pasó ni media hora y me llamó el individuo infractor, quedando reunirnos a las 5:00PM, él, mi hermano y yo.

Inmediatamente llamé al taller donde se va a reparar el choque. Le dije al dueño que infle un poco el precio para que el tipo pague por chistoso. Finalmente todo quedó listo...

A las 5:00PM nos lo encontramos cerca a mi trabajo. Al preguntarle el por qué de su marrón actitud sólo atinó a decir la misma marronada de siempre:

- "Es que yo pensé que USTED IBA A SER CONSCIENTE". (¡Consciente las huevas hijodeputa!).
- "Caballero vas a tener que pagar la reparación, estás en falta total, te fugas y encima... ¿que, acaso pensaste que te me ibas a escapar?". ¿El tipo?, contaba cabizbajo las losetas del suelo. Mutis.

El Choque.

Acompañe a mi hermano al auto, recién lo vi. Ouch, le dieron en el guardafango posterior. Les di la dirección del taller y se fue allá con el tipo, donde acordaron el precio.

Al día siguiente por la mañana, se encontraron a las 8:00AM y ya le pagó el importe de la reparación. El problema lo tiene el marrón ahora, puesto que cuando fueron a la comisaría a quitar la denuncia, pidieron que el papel del arreglo esté notariado. Fueron a la notaría y se dieron cuenta que su DNI estaba vencido y le pidieron que lo renueve (esto implica más gasto + colas en el eficientísimo Banco de la Nación). Y para colmo, los tombos le pusieron una papeleta de tránsito, que le signifoca MÁS gasto, por hacerse el chistoso.

BUSTED!

LA INFORMACIÓN ES PODER ... y sirve también para cagar marrones.

viernes, enero 20, 2006

¡LUZ VERDE!

Hace muchos años, cuando yo solo tenía no sé cuántos, me resentí injustamente con mi amigo Elmo Eléctrico.

Y aunque no lo crean, esta revelación me vino hace solamente unos días, cuando, mientras manejaba, tuve que recordar a la fuerza las épocas escolares, reviviendo el incidente como una película, donde pude darme cuenta donde estuvo mi error para con mi amigo.

Elmo y yo nos encontrábamos en la calle, a la hora de salida del colegio, aún en primaria, dando vueltas por el vecindario, como quien disfruta del calorcito de las dos de la tarde, cuando en eso vimos algo que nos llamó poderosamente la atención: Un timbre.

Pero es que no era un timbre cualquiera, sino un intercomunicador, con una luz verde y unas rejillas por donde salía el sonido. Como nunca había visto uno de ésos hasta ese momento, mi curiosidad decidió tomar la palabra y, recogiendo una piedra, empecé a chancar la lucecita verde, como hacen los chimpancés para abrir los cocos.

Ahora claro, la pregunta es obvia: ¿Por qué carajos tenía que golpear el intercomunicador con una piedra?. La respuesta es: "No lo sé".

Tal vez aquel foquito me hipnotizó a tal punto que empecé a actuar como un autómata sin control, o simplemente se despertó el diablito que todos los niños tienen dentro, --y si es así, apenas me encuentre a mi Ángel de la Guarda le voy a romper el alma por no haberme protegido-- pero el hecho concreto es que agarré una piedra y comencé a golpear el intercomunicador como un poseso.

Luego de unos minutos volteo para ver a Elmo y éste se me acerca, con una piedra de catorce toneladas en los brazos, mientras me decía: "Hay que probar con una piedra más grande". Fué así que con la misma indiferencia con que se saca al gato del cuarto de la abuelita, me hice a un lado y Elmo procedió a desinstalar el intercomunicador a piedrazo limpio, pero la lucecita verde aún me tenía en trance y no dejaba de contemplarla absorto; cuando el sonido de la piedra contra el suelo me regresó a la realidad con la velocidad del estornudo; subí la mirada y Elmo se había evaporado de la escena y yo sentí que me tomaban por el cogote: era el dueño de la casa, y lo primero que me dijo fué "Te cagaste chibolo de mierda".

Bueno, el tipo no decidió capturarme sino que hizo algo más inteligente: me confiscó mi "Diario de Tareas y Comunicaciones" --que, como muchos sabrán, si han ido al colegio claro, es un cuadernito que diaramente deben firmar los padres-- y me devolvió a la calle como un perro. Todo este eventó demoró, más o menos, diecisiete siglos para mí, más aún cuando sabía que iba a quedar como una bacinica llena con mis padres --cosa que pasó, pues pagaron la reparación y me sonaron a correazos-- y me sentía decepcionado de mi amigo, que no me avisó a tiempo para poder escapar.

Pero me equivoqué.

Hace pocos días pasé por la misma casa, cuando regresaba de una comida donde celebrábamos el divorcio de no sé quién, y ahí estaba el timbre, con la misma lucecita verde que me hipnotizó en aquella época, sacándome nuevamente de la realidad, y casi me estrello contra un poste de luz. Fué ahí que me dí cuenta que la culpa de todo la había tenido esa maldita lucecita verde, así que saqué la pistola debajo del asiento y reventé el intercomunicador a tiros, mientras la gente corría despavorida. Al segundo salió el dueño de la casa...¡sí!... el mismo hombre de aquellos años, mucho más envejecido, que me miraba atónito, con un periódico en la mano.

Lo único que atiné a hacer fué "confiscarle" el periódico, y mandarme mudar sin más explicaciones, cerrando así por fin el círculo de aquella afrenta perdida en ese entonces.

-"¡Oiga señor!...¿Por qué detiene el tráfico de esa manera, no vé que está en verde?... ¡Estaciónese a la derecha!..."

-"Conchassssumaaaaare...."